martes, 30 de octubre de 2012

El Ayuntamiento de México ante la crisis española de 1808

A principios del siglo XIX Napoleón trataba de imponer condiciones en Europa y afectaba a una España –relegada a potencia de segundo orden- que atravesaba por una aguda crisis política. La combinación de estos factores tuvo como efecto la desaparición, transitoria, de la dinastía de los borbones en el trono español. 


                                       José de Iturrigaray
                                       Virrey de la Nueva España

La inusitada desaparición del poder legítimo en la metrópoli llevó al Ayuntamiento de la ciudad de México a plantearse la validez de las instituciones que gobernaban el virreinato, lo cual originó una polémica entre el Ayuntamiento y la Real Audiencia acerca del importante asunto de la soberanía de la nación.


La crisis española de 1808

El rumbo que tomó el gobierno español de Carlos IV, y su ministro Godoy, afectó los intereses de las élites españolas, por lo que éstas buscaron el apoyo de Fernando, hijo de Carlos IV y príncipe de Asturias, es decir, formal heredero de la corona. 

En este conflicto interno desempeñó un papel fundamental la relación con Francia. Para Napoleón, España representaba un punto estratégico en su conflicto contra Inglaterra. Con el pretexto de pasar a Portugal, y con la anuencia de Carlos IV, las tropas francesas se asentaron en territorio español. 

Esta supuesta relación amistosa terminó siendo una virtual invasión. En Bayona, Napoleón logró uno de sus objetivos: consiguió que tanto Carlos como Fernando abdicaran al trono español. Poco después, el emperador francés entregó la corona de España a su hermano José Bonaparte. 

El vacío de poder creado en estas circunstancias llevó al pueblo de Madrid a enfrentarse, el 2 de mayo de 1808, contra los invasores. Aunque los disturbios fueron fácilmente controlados, este fue el inicio de un conflicto para expulsar a los franceses del país. Los reinos españoles comenzaron a organizarse en juntas gubernativas para preservar la soberanía hasta que el monarca legítimo asumiera el trono.


Consecuencias en la Nueva España

Poco después de que se conocieron en el virreinato los acontecimientos en la península, el Ayuntamiento de la ciudad de México se reunió para analizar la situación y dirigió, el 19 de julio, un manifiesto al virrey José de Iturrigaray en el que se declaraban nulas las abdicaciones de Carlos IV y Fernando. 

En el documento, además de jurar fidelidad a Fernando VII como rey de España, el Ayuntamiento tomó la voz en nombre de todos los pueblos de la Nueva España y se consideró depositario, junto a las demás instituciones legalmente establecidas –se refieren a los cabildos-, de la soberanía del reino, por lo que ahora, en ausencia del rey, el pueblo debía organizarse para resguardar la soberanía.

La postura del Ayuntamiento provocó la reacción de la Real Audiencia, que consideró inadecuadas, y peligrosas, las peticiones del cabildo de la ciudad. Es decir, ante la complicada situación de la casa real, en la Nueva España se formaron dos facciones: la de los peninsulares, representados por la Audiencia, y la de los criollos, representados por el Ayuntamiento.

Dentro de la facción criolla aparecieron dos tendencias: una que proponía la autonomía, sin apartarse de la metrópoli, y otra, mucho más avanzada -la de Melchor de Talamantes-, que dejaba entrever la independencia del reino, pero ligado a España por lazos de sangre –se ofrecería la corona de México a un miembro de la familia real española- para evitar caer en manos de alguna otra potencia europea. 

El 5 de agosto, el Ayuntamiento solicitó al virrey la formación de una Junta General. Iturrigaray accedió a la formación de la junta, por lo que la facción peninsular, temiendo un movimiento independentista, organizó un golpe de estado. La noche del 15 de septiembre de 1808 poco menos de trescientos españoles, pagados y dirigidos por Gabriel Yermo, sorprendieron al virrey y lo hicieron preso.

Iturrigaray, de quien se sospechaba estar de acuerdo con los planes autonomistas del Ayuntamiento, fue destituido y enviado a España, su lugar lo ocupó provisionalmente Pedro Garibay. Además fueron encarcelados, entre otros, el regidor Francisco Azcárate, el síndico Francisco Primo de Verdad y Melchor de Talamantes. 

Con el encarcelamiento de los implicados criollos se dio por terminado el conflicto, pero el hecho marcó las diferencias ideológicas entre peninsulares y criollos y sentó el precedente para futuras conspiraciones que desencadenarían la guerra por la independencia.

lunes, 15 de octubre de 2012

Juan Álvarez y la revolución de Ayutla


En abril de 1853 Antonio López de Santa Anna asumió la presidencia de México después de regresar de su exilio en Colombia. Lucas Alamán había ideado un sistema de gobierno, centralizado, que evitaba la participación política y que –al menos en el papel- controlaría las ambiciones de Santa Anna. Los decesos de Alamán y de José María Tornel, otro destacado conservador, dejaron el camino libre al presidente, quien, más viejo y menos apto para gobernar, dio rienda suelta a sus excesos.

Antes de terminar el año de 1853 Santa Anna había conseguido prorrogar de manera indefinida las facultades omnímodas para gobernar, también podía designar a su sucesor y debería ser llamado con el título de Alteza Serenísima. Para financiar los elevados gastos de su administración había decretado impuestos onerosos e injustificados. Esto, más la venta del territorio de la Mesilla a los Estados Unidos, desató el disgusto de los grupos políticos y de la población en general.



                                           General Juan Álvarez



Diferencias entre Santa Anna y Juan Álvarez

Juan Álvarez había iniciado su carrera militar durante la independencia al lado de Morelos y de Vicente Guerrero. Con el tiempo se convirtió en el hombre fuerte del sur y había logrado, gracias a su influencia, la creación del estado de Guerrero, del que fue su primer gobernador.

Al parecer su relación con Santa Anna fue de conveniencia -igual que la de otros liberales y conservadores de la época. Estuvo de acuerdo en la designación de Santa Anna para la presidencia, en 1852, y aceptó su inclusión como miembro de la Orden de Guadalupe, que el dictador había reinstituido. 

Las diferencias entre ambos caudillos salieron a la luz cuando Santa Anna, pretextando un ataque al puerto de Acapulco por parte del aventurero francés Raousset de Boulbon, envió un contingente militar a los dominios de Álvarez. Éste, conociendo que el movimiento respondía a un intento para disminuir su capacidad de acción, se dispuso a enfrentar al gobierno central.


El Plan de Ayutla

El 1 de marzo de 1854, el coronel Florencio Villarreal proclamó el Plan de Ayutla, mediante el cual se desconocía al presidente Santa Anna y se convocaba a la instalación de un Congreso extraordinario para constituir a la nación bajo la forma de una república representativa y popular. 

Días después en Acapulco, Ignacio Comonfort, exfuncionario de la aduana, realizó algunas adecuaciones al plan para atraer a los miembros del partido moderado, al que él mismo pertenecía. Las reformas consistían en resaltar la comunión del Plan de Ayutla con la doctrina liberal, por ser la que convenía al país. 

No obstante estas declaraciones, el importante grupo de liberales desterrados, primero en Nueva Orleans y luego en Brownsville, no se decidían a apoyar la campaña de Álvarez.


La lucha revolucionaria

La lucha revolucionaria pronto se extendió por el sur. Como en los viejos tiempos Santa Anna emprendió la marcha a Guerrero con un ejército de cinco mil hombres. Intentó tomar Acapulco, pero se enfrentó con la oposición de Comonfort, quien se hallaba bien posicionado en el fuerte de San Diego. Poco tiempo después, con el argumento de que no había enemigos a quien enfrentar, regresó a la capital en son de triunfo. 

Ignacio Comonfort partió a Estados Unidos en busca de fondos económicos regresando a fin de año con un buque cargado de armas y municiones. A mediados de 1854 la revolución había llegado a Tamaulipas, Guanajuato, San Luis Potosí y México.

Ante el avance de la oposición, Santa Anna decidió, antes de que le cerraran el camino a Veracruz, abandonar el gobierno. El 9 de agosto de 1855 salió de la capital rumbo a Veracruz, a mediados del mes se embarcó hacia la Habana. 

Consumada la victoria, Juan Álvarez, elegido presidente interino, estableció su gobierno en Cuernavaca y envió a Comonfort a la ciudad de México para iniciar las reformas que exigía la revolución.

Con el triunfo de la revolución de Ayutla terminó la llamada era de Santa Anna, el general Juan Álvarez delegó el poder en Ignacio Comonfort y comenzó una etapa de transformación derivada de la acción del grupo liberal que se integró al gobierno de la República. Aunque estos cambios no tardarían en ocasionar un nuevo conflicto: la guerra de Reforma.
 

jueves, 4 de octubre de 2012

Valentín Gómez Farías y la Reforma liberal de 1833


El año de 1832 comenzó en México con un levantamiento en Veracruz que fue apoyado por Antonio López de Santa Anna. El pronunciamiento fue secundado en otras regiones y a fines de año Anastasio Bustamante debió dejar la presidencia en manos del moderado Manuel Gómez Pedraza quien, aunque había sido elegido presidente años atrás, no había podido cumplir con su mandato constitucional. Para inicios de 1833 el Congreso comenzó a ser dominado por los liberales y Antonio López de Santa Anna era el más viable candidato para suceder a Gómez Pedraza en el gobierno de México.


                   
                                            Valentín Gómez Farías
                                             www.redescolar.ilce.edu.mx




Valentín Gómez Farías asume la presidencia

En las elecciones de marzo de 1833 Santa Anna fue elegido presidente y Valentín Gómez Farías -un reconocido político de ideas progresistas que había actuado en favor de Gómez Pedraza meses antes-  resultó electo vicepresidente. El día 1 de abril se presentó Gómez Farías a asumir la presidencia, pues Santa Anna, argumentando una enfermedad, permanecía en su hacienda de Manga de Clavo, cerca del puerto de Veracruz.

Gómez Farías era un médico de Jalisco que se había iniciado en la actividad pública en Aguascalientes allá por 1820. Compartía el mismo ideario político de José María Luis Mora, Francisco García y Manuel Crescencio Rejón. Al tomar la presidencia, con un Congreso dominado por los liberales y con la supuesta anuencia de Santa Anna, creyó que era tiempo de imponer una serie de reformas para transformar al país.


Las Reformas que se realizaron

Gómez Farías estuvo en el gobierno un año, lapso en el cual dictó una serie de decretos tendientes a debilitar el poder económico de la iglesia y la influencia del ejército. Algunas de las reformas fueron:

  • Creación de tres batallones de cívicos -es decir, guardia nacional- en la ciudad de México. Esto causó disgusto en el ejército.

  • Se suprimió la Universidad y se ordenó el arreglo de la educación pública en todos sus ramos. Algunas fincas y fondos de la iglesia fueron expropiados para financiar la educación.

  • Se prohibió a los religiosos de las Californias -Alta y Baja- el cobro por sus servicios religiosos.

  • Se publicó una ley para desterrar del país a los desafectos al gobierno. Debido a esto fueron expulsadas de México 51 personas. Se ha considerado que esta ley -que se le llamó la "Ley del Caso" por su ambigüedad- fue autoría de Santa Anna.

  • Se expropiaron los bienes de los misioneros de Filipinas que ya no vivían en el país.

  • Se decretó el cese de la obligación de pagar el diezmo a la iglesia.

  • Se expidió la ley que permitía al gobierno disolver cualquier cuerpo del ejército que se hubiera sublevado contra las autoridades actuales. 

  • Se decretó que los curatos fueran provistos de sacerdotes tal y como se acostumbraba en el tiempo de los virreyes. Es decir, el gobierno se reservaba el derecho de designar a los sacerdotes de los curatos.



El fracaso de las reformas

Como puede observarse, Gómez Farías -que comenzó a ser llamado "Gómez Furias"- emprendió una transformación social del país a costa de los privilegios del clero y del ejército, por lo que en poco tiempo tuvo a estos dos grupos en su contra. La opinión pública se volcó contra él y comenzaron a ocurrir pronunciamientos, en varios de éstos participaban curas descontentos.

Personas influyentes del clero y del ejército estaban en constante comunicación con Santa Anna urgiéndole su intervención. La primera asonada contra el gobierno ocurrió en Morelia en mayo de 1833. Las fuerzas acantonadas en esa población se insurreccionaron con el plan de "Religión y fueros", exigiendo respeto a la religión y el mantenimiento de los privilegios del clero y el ejército.

Gómez Farías, que para entonces perdía el apoyo de los liberales más moderados, conseguía sostenerse en el gobierno a pesar de las continuas revueltas en su contra. A comienzos de 1834 Santa Anna decide intervenir, le retira su apoyo al gobierno reformista, viaja a la ciudad de México y en abril asume la presidencia que constitucionalmente le correspondía. En los siguientes meses se dispone la suspensión de los decretos emitidos por Gómez Farías, con excepción del relacionado con la supresión del diezmo.

Para evitar la acción del Poder Legislativo, Santa Anna actuó resguardando las instalaciones del Congreso con elementos del ejército y convocó a un nuevo cuerpo legislativo para proceder a una revisión del sistema de gobierno que debía imperar en México. Con esto se estaban dando los primeros pasos para abandonar el federalismo.




domingo, 16 de septiembre de 2012

La República Central en México. 1835 - 1846


Los acontecimientos ocurridos en México hasta principios de 1835 –en particular durante el gobierno de Valentín Gómez Farías, que pretendió una transformación política y social en el país- atemorizaron a un importante sector de la sociedad mexicana que optó por tomar una posición política más acorde al grupo de los conservadores.
Esta situación, junto con el desprestigio en que había caído el federalismo y la pasividad del hombre fuerte de la época –Antonio López de Santa Anna- llevó a los partidarios del centralismo a intensificar sus esfuerzos por conseguir un cambio en el sistema político, de tal modo que a fines de 1835 se abandonó el federalismo a favor del centralismo. 
 
 
 
                                         Don Lucas Alamán
                                         www.es.wikipedia.org
 
 

Los motivos del cambio
Una de las principales causas que llevaron al centralismo fue que se había extendido la idea de que el sistema federalista había fracasado en sacar a México de la anarquía y de la inestabilidad política. Las asonadas y los pronunciamientos en contra del gobierno eran cosa frecuente y ningún presidente había tenido el poder suficiente para enfrentarlos con éxito. Por otro lado, se había desatado el temor, entre las clases pudientes, ante la posibilidad de que las medidas populistas emprendidas por el gobierno de Valentín Gómez Farías ocasionaran un resquebrajamiento del orden social imperante.

Junto con la destitución de Gómez Farías, y la eliminación de sus reformas radicales, se realizó una campaña en la prensa a favor de la implantación del centralismo. Los promotores del cambio eran miembros del grupo conservador -destacando Lucas Alamán-  e integrantes del clero y el ejército. La medida fue apoyada por personas de prestigio en la sociedad que eran conocidos –según menciona Michael Costeloe- como los "hombres de bien" y que participaban en política, algunos con los conservadores y otros con los moderados.

Qué se pretendía con el centralismo
Algunos de los objetivos que se perseguían al implantar el centralismo eran los siguientes:

a.   Permitir el acceso al gobierno solamente a las personas mejor preparadas. Es decir, las que tenían mayor experiencia, además de una solvencia económica y moral fuera de toda duda. Por supuesto, esto dejaba fuera al pueblo y a muchos de los liberales radicales. 

b.   Contar con un gobierno centralizado, con recursos y con facultades para tomar decisiones sin padecer la oposición de grupos contrarios, de los estados o, incluso, de la prensa.

c.   Un propósito fundamental era debilitar a los gobiernos de los estados y privarlos de disponer de fuerzas militares, tal y como era la costumbre en el sistema federal y que a veces era causa de disensiones y alzamientos.

d.   Uno de los objetivos más importantes era el de maniatar, de alguna manera, las ambiciones dictatoriales de Antonio López de Santa Anna.

e.   Preservar el orden social existente desde los tiempos de la colonia.

 Las Siete Leyes, la Constitución centralista

Para cumplir con los propósitos del centralismo a finales de 1836 se aprobó la Constitución conocida como las Siete Leyes. En forma somera se exponen sus postulados:
Primera ley: trata de los derechos y obligaciones de los mexicanos. Se restringe la ciudadanía, sólo se otorga a las personas que tienen ingresos a partir de cien pesos anuales. Los vagabundos, los desempleados, los sirvientes domésticos y los analfabetos no tienen derecho alguno. Estas restricciones privaban de la ciudadanía a un alto porcentaje de la población.

Segunda ley: con el fin de crear un equilibrio entre los tres poderes -ejecutivo, legislativo y judicial-  se crea un cuarto poder, El Supremo Poder Conservador, que actúa como regulador o intermediario en las diferencias entre los poderes. Se cree que este poder fue ideado para restringir la acción de Antonio López de Santa Anna.
Tercera, cuarta y quinta leyes: establecen las condiciones y reglas para la organización y funcionamiento de los poderes legislativo, ejecutivo y judicial.

Sexta ley: se ocupa de la división territorial de la república, desaparecen los estados y se forman los departamentos. Los gobernadores son designados por el poder ejecutivo
Séptima ley: estipula que no se harán cambios en la Constitución antes de seis años.

 
Gobiernos y Constituciones centralistas
 
En los once años que duró el centralismo hubo muy pocos presidentes elegidos constitucionalmente y ninguno terminó su periodo de gobierno. Las Siete Leyes serían derogadas y en su lugar funcionarían dos códigos de manera provisional. 

Correspondió al presidente interino -enero de 1835 a febrero de 1836- Miguel Barragán terminar con el federalismo, le siguió, también de manera interina, José Justo Corro, quien gobernó de febrero de 1836 a abril de 1837. Las Siete Leyes se aprobaron el 6 de diciembre de 1836.
El primer presidente elegido constitucionalmente fue Anastasio Bustamante. Gobernó por cuatro años y meses –de 1837 a 1841-, pues fue depuesto gracias a los respectivos pronunciamientos de los generales Paredes, Valencia y el infaltable Santa Anna, quien finalmente lo relevó del cargo.

Junto con Bustamante se fueron las Siete Leyes, pues Santa Anna las reemplazó con las Bases de Tacubaya. Con este nuevo código Santa Anna impuso una "dictadura condicional", como él mismo la llamó. Las Bases de Tacubaya se comprometían a convocar a un nuevo Congreso, mismo que comenzó a reunirse en 1842.
El Congreso no fue acorde a los planes de Santa Anna, por lo que éste se retiró a su hacienda de Manga de Clavo y dejó en su lugar a Nicolás Bravo. Siguiendo indicaciones de Santa Anna, Bravo disolvió el Congreso en diciembre de 1842 y convocó a una Junta de Notables para deliberar acerca de una nueva Constitución.  

Después de varios meses la Junta de Notables entregó, el 8 de junio de 1843, el texto de las Bases Orgánicas. Bajo esta nueva Constitución, el 1 de noviembre, Santa  Anna fue elegido presidente constitucional. Siguiendo su táctica acostumbrada de retirarse del cargo y observar el curso de los acontecimientos delegó la presidencia en el general Valentín Canalizo. Santa Anna regresaría a la ciudad de México hasta junio de 1844.
En esta ocasión correspondió a Santa Anna ser derrocado. Después de un pronunciamiento en Guadalajara que terminó siendo encabezado por el general Paredes, Santa Anna fue depuesto de la presidencia el 6 de diciembre de 1844.

En este ambiente de anarquía Paredes gobernó el país, y cuando se avecinaba la guerra con los Estados Unidos ocurrió el pronunciamiento del general Mariano Salas, que exigía la vuelta al federalismo.
Salas terminó por derrocar a Paredes, asumió la presidencia y el 22 de agosto de 1846 se decretó la restauración de la Constitución de 1824. Esto se logró gracias a que los liberales hicieron un pacto con el hombre de siempre, Santa Anna, quien desde su derrocamiento se hallaba exiliado en la Habana.

Así concluyó el centralismo, un periodo que fue todo lo contrario a lo que esperaban sus animadores. La falta de un poder efectivo y la agitación política que prevaleció durante el centralismo –en suma, el fracaso del sistema- fueron provocados por los siguientes factores: la constante oposición que presentaron los federalistas, las intrigas de generales como Santa Anna y Paredes y la pronta desilusión de los "hombres de bien" en las leyes centralistas.
Entre los hechos más destacados del centralismo se pueden mencionar: la pérdida definitiva de Texas, la guerra contra Francia, el inicio de la invasión norteamericana y la separación, en forma temporal, de Yucatán.

miércoles, 5 de septiembre de 2012

Cómo inició la República Centralista en 1835

Después de un efímero gobierno monárquico -el de Iturbide- en México se estableció el federalismo como forma de gobierno. Sin embargo, después de once años de inestabilidad política el sistema federal se hallaba en entredicho. El clímax de esta situación llegó cuando Valentín Gómez Farías, vicepresidente, se hizo cargo del gobierno, en el año de 1833, en ausencia del presidente electo, Antonio López de Santa Anna. Obedeciendo a las presiones de ciertos sectores, Santa Anna asumió la presidencia solamente para suspender las reformas de Gómez Farías.

El fin del federalismo

Seguramente con la anuencia de Santa Anna, el grupo liberal que encabezaba Gómez Farías comenzó a llevar a cabo una serie de reformas que tenían la intención de transformar al país en lo político, en lo económico y en lo social. Entre agosto y diciembre de 1833 se expidieron varios decretos que afectaban los intereses eclesiásticos y militares. Los sectores más fuertes de la sociedad -el clero y el ejército- junto con el influyente grupo de liberales moderados -vislumbrando el posible desquiciamiento del orden social- se acercaron a Santa Anna para pedirle que asumiera la presidencia y revirtiera los cambios decretados. 
 
Santa Anna, que siempre inclinaba la balanza hacia donde esperaba sacar mejor provecho, terminó por aceptar y en abril de 1834 volvió a la ciudad de México a hacerse cargo del poder. Se cree que su intención era la de convertirse en dictador con el apoyo del clero, cosa que finalmente no sucedió.

Con el retorno de Santa Anna comenzó el desmantelamiento del gobierno de Gómez Farías. Al encontrar oposición en el Congreso el presidente mandó cerrar las instalaciones de éste para evitar que los diputados se reunieran. 

Gracias a la influencia de la prensa conservadora, en varias zonas del país hubo pronunciamientos en contra de las medidas adoptadas por Valentín Gómez Farías y el Congreso. Santa Anna, que se adhiere al Plan de Cuernavaca, comienza por suspender la aplicación de las reformas y convoca a elecciones para constituir un nuevo Congreso.

El cambio hacia el centralismo 

En las elecciones para diputados y senadores se trató de dejar fuera a los aspirantes de tendencia liberal, por lo que en el nuevo Congreso hubo predominio del clero, del ejército y de los moderados. Cuando se abrieron las sesiones, en enero de 1835, ya no era un secreto que existía una clara tendencia a virar hacia el centralismo. El mismo Santa Anna, sin apoyar abiertamente esta corriente, era partidario de reforzar el poder ejecutivo.

Dos semanas después de la apertura de sesiones del Congreso Santa Anna volvió a solicitar licencia para ausentarse del cargo. Esta vez se designó a Manuel Barragán como presidente interino, puesto que desempeñó desde el 28 de enero de 1835 hasta el 27 de febrero de 1836.

Durante la presidencia de Barragán ocurrieron algunas revueltas que se oponían al cambio de sistema de gobierno, las más importantes fueron las de Zacatecas y Texas. Bajo este pretexto, esta última provincia terminaría por separarse de la República Mexicana.

Por su parte, el Congreso, después de derogar las leyes expedidas por Gómez Farías, se dedicó a la reforma de la Constitución de 1824. Como resultado, el 24 de septiembre de 1835 se presentó el primer proyecto de Constitución centralista, el 5 de octubre el Congreso decretó la aprobación del centralismo y el 3 de noviembre el presidente Barragán prestó juramento a lo que se llamó las Bases Constitucionales del gobierno centralista.

Finalmente, después de varios meses de sesiones para elaborar la nueva Constitución, el día 6 de diciembre de 1836 se aprobó la nueva Constitución que fue conocida con el nombre de las Siete Leyes.

El sistema de gobierno central tendría una vida corta y de ninguna manera representó la solución a los problemas de México. La inestabilidad política prosiguió, pues los grupos políticos -liberales, conservadores y moderados- no hallaban puntos de convergencia y el clero y el ejército se resistían a abandonar sus prerrogativas.








viernes, 25 de mayo de 2012

El Plan de Agua Prieta y la caída de Carranza

El Plan de Agua Prieta fue un pronunciamiento en contra del presidente Venustiano Carranza en el año de 1920. Por el curso que dio a su política, el gobierno carrancista había perdido numerosos adeptos entre los militares. La fuerza del pronunciamiento, surgido en Sonora, obligó al presidente a abandonar la ciudad de México, siendo asesinado en el pueblo de Tlaxcalaltongo.





                                  Adolfo de la Huerta
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El gobierno de Venustiano Carranza

Como presidente constitucional, Venustiano Carranza emprendió una serie de medidas que lo fueron alejando de los generales que llevaron al poder al constitucionalismo. Por ejemplo, formó su gobierno con abogados y administradores que no provenían de las filas revolucionarias, y uno de los principales jefes revolucionarios, Álvaro Obregón -pensando en la sucesión de 1920 y quizá vislumbrando el descrédito de Carranza- renunció muy pronto a la secretaría de Guerra y Marina para irse a cultivar la tierra a Sonora.

El incumplimiento de las leyes agrarias fue otro motivo de descontento, tratando de reactivar la economía Carranza permitió el traslado de las antiguas haciendas porfiristas a manos de una nueva clase propietaria surgida de las filas del ejército constitucionalista. Por lo tanto, el reparto agrario seguía siendo una promesa no cumplida.

La sucesión presidencial

La cuestión de la sucesión presidencial comenzó a enturbiar el ambiente, por lo que el presidente tuvo que pedir paciencia a la clase política apenas iniciado el año de 1919. Sin embargo, para el mes de junio el general Obregón publicó un manifiesto en el que se lanzaba como aspirante a la presidencia con propuestas contrarias a la política de Carranza. Por su parte, otro general de prestigio, Pablo González, anunció también sus aspiraciones presidenciales.

Un poco después comenzó a circular el rumor -que se confirmaría más tarde- de que el gobierno de Venustiano Carranza tendría como candidato oficial al ingeniero Ignacio Bonillas, un civil que fungía como embajador de México en Washington.

De los tres candidatos el más popular era sin duda Obregón, en cuanto al apoyo presidencial a Bonillas se ha llegado a considerar que fue una treta de Carranza para provocar que Obregón y González se alzaran en armas y quedaran descalificados.

El Plan de Agua Prieta

En este ambiente político surgió el conflicto entre el estado de Sonora, gobernado por Adolfo de la Huerta, y el gobierno federal. A una disputa sobre los derechos acerca del río Sonora -entre la federación y el estado de Sonora- le siguió un diferendo por el nombramiento del general Diéguez como Jefe de Operaciones del Pacífico.

La presencia de Diéguez -incondicional de Carranza hasta entonces- fue vista como una intromisión para someter al principal núcleo obregonista. Conforme el problema se agravaba el general Plutarco Elías Calles -otro hombre fuerte de Sonora- se ofreció a defender al estado de una posible agresión de las fuerzas federales.

Rota toda posibilidad de mantener la paz, el gobernador Adolfo de la Huerta nombró jefe militar al general Calles, quien el 23 de abril de 1920 proclamó el Plan de Agua Prieta, mediante el cual se desconocía al presidente de la república.

Después los hechos se sucedieron rápidamente, los generales adictos a Carranza lo fueron abandonando. Al no contar con una fuerza militar de importancia y ante el inminente ataque a la capital el presidente no tuvo más remedio que abandonar la ciudad de México tratando de llegar a Veracruz. Finalmente, en la noche del 20 de mayo de 1920 fue acribillado en el pueblo de Tlaxcalaltongo.

La muerte de Carranza significó el triunfo del Plan de Agua Prieta, un pronunciamiento que casi no tuvo enfrentamientos militares. Adolfo de la Huerta fue designado presidente provisional con la misión de pacificar al país y convocar a elecciones.

jueves, 19 de abril de 2012

La batalla del 5 de mayo de 1862


Disuelta la Convención de Londres, el 9 de abril de 1862, y retiradas las tropas de España e Inglaterra del país, inician las acciones militares entre el ejército francés y los mexicanos. La batalla principal en esta primera etapa de la invasión se libró en las afueras de Puebla, en donde el ejército francés sufrió una derrota inesperada. 




                                     General Ignacio Zaragoza
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Lorencez marcha de Orizaba a Puebla

Hacia el 8 de abril, Lorencez, comandante del ejército francés, aguardaba en Córdoba con la mayor parte de sus tropas. En lugar de retroceder hacia la costa veracruzana –como se estipulaba en los Preliminares de Soledad- los franceses marcharon a la vecina Orizaba con el pretexto de proteger a los soldados enfermos y hospitalizados en dicha ciudad.

El primer enfrentamiento ocurrió el día 19 de abril cuando una columna de patrullaje al mando de Félix Díaz, hermano de Porfirio Díaz, cruzó algunos disparos con un contingente extranjero. En la escaramuza murieron cinco soldados mexicanos. 

Para el día 27 de abril la columna invasora de seis mil efectivos tomó el camino hacia Puebla, un día después, en las cumbres de Acultzingo, se combatió por unas tres horas. Esta acción tenía como objetivo retrasar el avance francés. 

El día 4 de mayo Lorencez arribó al pueblo de Amozoc, en el valle de Puebla, mientras que el general Tomás O´Horán detuvo a las fuerzas del conservador Leonardo Márquez, que pretendía unirse a los franceses en Puebla.

Ignacio Zaragoza defiende la ciudad de Puebla 

Desde el día tres de mayo el Ejército de Oriente, al mando del general Ignacio Zaragoza, se había apostado en Puebla en los fuertes de Loreto y Guadalupe. En la madrugada del día cinco el enemigo emprendía la marcha hacia Puebla desde la población de Amozoc, al llegar a los fuertes iniciaron el ataque un poco antes de las doce del día.

Lorencez, confiado en la superioridad de su ejército trató de tomar el fuerte de Guadalupe, para lo que organizó varios ataques sucesivos que fueron rechazados por la fuerza mexicana. Al ver que la batalla se estaba inclinando hacia el bando defensor, Lorencez ordenó, hacia las cuatro de la tarde, la retirada de sus tropas. Todavía el general Porfirio Díaz persiguió por breve tiempo a los invasores hasta que se les ordenó retornar a su posición.

Según los reportes militares las bajas en ambos bandos fueron las siguientes: 

Ejército francés: 117 muertos y 305 heridos o dispersos

Ejército mexicano: 83 muertos y 232 heridos


Las consecuencias de la batalla


Lorencez no se retiró enseguida del valle de Puebla, pernoctó por algunos días en algunos sitios, como Amozoc, Tepeaca y Acatzingo, antes de emprender el regreso a la ciudad de Orizaba, en donde se estableció por varios meses.

Paulatinamente fueron ingresando al país varios contingentes de soldados franceses, y en el mes de septiembre de 1862 arribó al puerto de Veracruz el general Forey, quien se hizo cargo del ejército. 

La batalla de Puebla tuvo varias consecuencias, por un lado, la derrota ante un ejército menos capacitado y con menores recursos hirió el orgullo francés y el prestigio de la milicia francesa quedó en entredicho en Europa. Por otro lado, la victoria mexicana demostraba que la mayoría del país respaldaba al gobierno de Benito Juárez.

Para efectos de la intervención, la victoria del 5 de mayo solamente retrasó el plan de imponer el sistema monárquico en México. A principios de 1863, cuando las fuerzas invasoras rebasaban los 28 mil soldados, reiniciaron la marcha hacia Puebla, ciudad que sería tomada después de una heroica resistencia de más de sesenta días.

viernes, 13 de abril de 2012

Cómo inició la Intervención Francesa en 1862


El año de 1860 finalizó con la derrota del ejército conservador en Calpulalpan. Podía decirse que la Guerra de Reforma terminaba, el presidente Benito Juárez pudo instalar su gobierno en la ciudad de México, pero esto no significó que los conservadores depusieran las armas. 

Después de tres años de guerra el país se encontraba en la bancarrota, en busca de remediar la situación el gobierno emitió un decreto, el 17 de julio de 1861, suspendiendo por dos años el pago de la deuda extranjera, medida que afectaba los intereses de Inglaterra, España y Francia. En este último país existía un vivo interés por México y la moratoria declarada por Juárez abrió las puertas para una intervención armada.




                         Mural: Juárez símbolo de la República contra
                         la Intervención Francesa
                         Antonio González Orozco, 1972
                         www.mnh.inah.gob.mx


 
El interés de los franceses en México

Desde varios años atrás algunos conservadores mexicanos -partidarios de la monarquía- exiliados en Europa buscaban, entre los miembros de familias reales del viejo mundo, algún candidato dispuesto a dirigir los destinos de México. 

Se sabe que en 1856 Tomás Murphy, ex ministro de México en Londres, escribió una carta a Napoleón III, emperador de los franceses, en la que exponía el peligro de que México fuera presa del imperialismo norteamericano debido, más que nada, a la anarquía que reinaba en el país. 

Después de la moratoria de pagos José Hidalgo –uno de los monarquistas más destacados- se entrevistó con el emperador francés para expresarle que era el momento de intervenir en los asuntos de México. Napoleón le contestó que lo haría siempre y cuando participara Inglaterra. En la conversación se mencionó al archiduque Maximiliano de Habsburgo como candidato a ocupar la corona mexicana. 

La Convención Londres

Dadas las circunstancias pronto comenzaron las pláticas entre Francia e Inglaterra para tomar una decisión respecto a México. Inglaterra prefería involucrar a los Estados Unidos en lugar de España, quien a su vez pensaba actuar de manera autónoma.

Después de varias entrevistas se determinó que las tres potencias europeas actuaran unidas en tanto que los Estados Unidos declinaron participar en la operación por haberse iniciado la Guerra de Secesión en aquel país.

La Convención de Londres -firmada el 31 de octubre de 1861- tenía el objetivo de obligar a México a cumplir con sus compromisos financieros. Las fuerzas de los tres países coligados comenzaron a llegar a Veracruz en diciembre y para evitar enfrentamientos el gobierno de México optó por entregar el puerto a los aliados.

 México ofreció negociar, las primeras pláticas se realizaron en el pueblo de Soledad, cerca de Veracruz. Por México acudió Manuel Doblado, secretario de Relaciones Exteriores, y por la Convención, Juan Prim, conde de Reus. Los acuerdos que se tomaron, conocidos como Preliminares de Soledad, implicaron el reconocimiento de Juárez como presidente de México, el traslado de las tropas extranjeras a zonas templadas –para evitar enfermedades en el clima tropical- y el compromiso de iniciar negociaciones, el 15 de abril, para arreglar el pago de la deuda.

Para el mes de marzo de 1862 llegaron a México seis buques y más de cuatro mil efectivos franceses al mando del general Carlos Fernando de la Trille, conde de Lorencez. También llegaron, protegidos por el ejército francés, Juan Nepomuceno Almonte y otros monarquistas mexicanos, lo cual era indicativo de que Francia pretendía apoyar a los conservadores mexicanos que habían sido derrotados en la Guerra de Reforma.

Quedando claro el objetivo francés los aliados se reunieron el 9 de abril en Orizaba y dieron por terminada la coalición. Como último acto oficial, los aliados informaron que las tropas inglesas y españolas se retirarían del país y que el ejército francés retrocedería, según los Preliminares de Soledad, a un lugar cercano a la costa veracruzana para iniciar sus operaciones militares.

Inicia la intervención francesa

El día 12 de abril el presidente Juárez emitió un manifiesto anunciando a la nación el inicio de las hostilidades contra los invasores. Días después el alto mando francés y Almonte, autonombrado "jefe supremo de la república", lanzaron una proclama afirmando que la misión de Francia en México consistía en "labrar la felicidad de los mexicanos".

A partir de ese momento se inicia el conflicto entre Francia y México, el día 19 de abril se intercambiaron los primeros disparos en las cercanías de Córdoba. Posteriormente, pese a ser vencidos en Puebla, los franceses –y lo que quedaba del derrotado ejército conservador- consiguieron imponer un gobierno reaccionario que preparó el camino al fugaz imperio de Maximiliano.

viernes, 23 de marzo de 2012

El imperio de Agustín de Iturbide

Se conoce como Imperio Mexicano, o Primer Imperio, al gobierno instaurado por Agustín de Iturbide luego de haber conseguido la independencia de México en 1821.




                                 Agustín de Iturbide
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Gestación del Imperio Mexicano

Desde la proclamación del Plan de Iguala, el 24 de febrero de 1821, Iturbide proponía una forma de gobierno monárquica constitucional, como era usual en las naciones europeas. El plan contemplaba que el trono de México se ofreciera al monarca español Fernando VII o, en caso de no aceptar, a uno de sus hermanos. 

En los Tratados de Córdoba, firmados entre Agustín de Iturbide y Juan O´Donojú, último virrey de la Nueva España, se incluyó una cláusula que establecía que el trono de México podía ser ofrecido a alguien ajeno a cualquier casa imperial europea. Esto sólo sería en el caso de que ningún miembro de la familia de los Borbones aceptara la corona mexicana.

Después de entrar a la ciudad de México, al frente del ejército de las "Tres Garantías", el 27 de septiembre de 1821, Iturbide procedió a cumplir con los compromisos contraídos en el Plan de Iguala y los Tratados de Córdoba. Se nombró la Junta Provisional Gubernativa, que a su vez designó una Regencia que se encargaría del poder ejecutivo hasta en tanto se designara a un monarca.

El camino para que Iturbide se convirtiera en emperador quedó abierto cuando, desde España, llegó la noticia de que se declaraban nulos los Tratados de Córdoba. España no reconocía la independencia de México y, por consecuencia, no aceptaba la corona. Esta noticia llegó unos días antes de la instauración del Congreso Constituyente.

Iturbide fue respectivamente presidente de la Junta Provisional Gubernativa y de la Regencia. Por su prestigio entre la milicia, y su popularidad ante las masas, era un candidato a gobernar el país, por lo que al recibirse la negativa española lo natural era su ascenso al trono del naciente imperio.

El 18 de mayo de 1822 -al parecer en un acto concertado- el sargento Pío Marcha exaltó a la tropa a proclamar monarca a Agustín de Iturbide, la acción fue secundada por el pueblo.

En una sesión del Congreso abarrotada por una exaltada multitud, los diputados ratificaron la proclamación y, el 21 de mayo, Agustín I fue coronado emperador del Imperio Mexicano.


La oposición a Iturbide

Antes de ser emperador, Iturbide gobernaba como regente, por lo que estaba consciente de los graves problemas económicos que padecía el país, las finanzas públicas estaban exhaustas, no se recaudaban suficientes impuestos y muchos capitales españoles habían emigrado.

En lo político las cosas no estaban mejor, aunque el Plan de Iguala unió a las clases altas criollas, a los jefes realistas e insurgentes, al alto clero y a los propietarios, no pugnó por realizar ningún cambio importante con respecto al régimen colonial. Al contrario, apoyaba la tradición ante los cambios que pretendían imponer miembros de la clase media que se estaban impregnando de ideas liberales y republicanas a través de la acción de las logias masónicas.

Esta situación favoreció el surgimiento de una fuerte oposición contra Iturbide. Desde antes de la instauración del Congreso ya existían varias facciones políticas que se hicieron evidentes al entrar éste en funciones el 24 de febrero de 1822.

Los congresistas se dividían en tres facciones: los partidarios de Iturbide o iturbidistas, los borbonistas, partidarios de la casa real española aun cuando ésta había rechazado enviar un monarca, y los republicanos, que tenían la esperanza de implantar un régimen republicano.


Caída del imperio

Entre noviembre de 1821 y marzo de 1823 hubo varios movimientos en contra de Agustín de Iturbide. A principios de 1822 ocurrió un intento de contrarrevolución, José Dávila, gobernador de los españoles refugiados en San Juan de Ulúa se rebeló, aunque fue derrotado por el general Anastasio Bustamante.

El Congreso también entró en conflicto con el régimen imperial. Temeroso de una conspiración de diputados borbonistas y republicanos, Iturbide encarceló a varios representantes y el 31 de octubre de 1822 emitió el decreto de disolución de la representación popular.

El golpe decisivo al imperio lo inició Antonio López de Santa Anna el 2 de diciembre de 1822. Se levantó en armas solicitando la reinstalación del Congreso y, además, desconociendo al emperador. El mariscal Echavarri, que fue enviado al frente de 3000 soldados imperiales para reducir a Santa Anna, pactó con los alzados y proclamó el Plan de Casa Mata el 1 de febrero de 1823.

El emperador fue perdiendo el apoyo de las provincias y, con la balanza a favor de la causa republicana, el Congreso fue reinstalado. En marzo de 1823 Iturbide se vio obligado a abdicar, el Congreso invalidó el nombramiento de emperador y derogó tanto el Plan de Iguala como los Tratados de Córdoba, terminando así el breve periodo imperial.



jueves, 1 de marzo de 2012

La expropiación petrolera: III Efectos inmediatos

Las represalias por la expropiación de la industria petrolera no se hicieron esperar. Las compañías petroleras y el gobierno de los Estados Unidos emprendieron varias medidas, tanto diplomáticas como económicas, para obligar a México a dar marcha atrás. No obstante las presiones, el gobierno mexicano supo manejar la situación y las compañías expropiadas terminarían por negociar la liquidación.

Posiciones encontradas

El gobierno de México argumentaba que la expropiación se había llevado a cabo dentro de la ley y que el país tenía la intención de indemnizar a los afectados. Según la ley de expropiación, promulgada en 1936, la liquidación a las empresas se llevaría a cabo en el plazo de diez años.

Dos puntos eran importantes: la compensación no podía incluir el combustible aún en el subsuelo ya que, de acuerdo al artículo 27 de la Constitución, el petróleo era propiedad de la nación desde 1917. Por otro lado, el pago de la deuda debería ser en especie, es decir, con exportaciones de petróleo, pues el país no contaba con divisas para hacer un pago en efectivo.  

La posición de las empresas afectadas fue opuesta. En principio se negaron a reconocer la legalidad de la medida. En caso de que no se les restituyeran sus propiedades exigían una compensación inmediata y no en especie. Las empresas añadían que cualquier compensación debería incluir el petróleo del subsuelo. Como era de esperar, las empresas pidieron a sus gobiernos que no reconocieran la legalidad de la expropiación.

La posición del gobierno de los Estados Unidos fue un tanto contradictoria. El presidente Roosevelt reconoció el derecho de México a expropiar el petróleo. En cambio, el Departamento de Estado no aceptó el plazo de los diez años y asumió una postura más rígida. El embajador norteamericano, en México, era partidario de que las empresas aceptaran los términos de México para negociar, pues no era conveniente obstruir las relaciones de Estados Unidos con Latinoamérica a las puertas de un conflicto internacional de mayor envergadura.

Por su parte, el gobierno británico, envió una enérgica protesta al gobierno mexicano, situación que llevó al rompimiento de relaciones diplomáticas entre los dos países.

El boicot internacional

Desde el mismo mes de marzo de 1938, el gobierno de Washington presionó para que México llegara a un arreglo que beneficiara a las empresas. Las medidas que tomó el Departamento de Estado norteamericano fueron:

a.   Se trató de impedir  que México adquiriera insumos y refacciones para mantener la industria recién nacionalizada.
b.   Se estableció una campaña internacional para cerrar los mercados al petróleo mexicano. Estas medidas fueron minimizadas porque hubo dos empresas norteamericanas que aceptaron vender petróleo mexicano en Europa. Por breve tiempo, Alemania e Italia compraron petróleo mexicano.
c.   Estados Unidos disminuyó la compra de plata mexicana en más del 50% a partir de 1938. Si las ventas no se suspendieron en su totalidad fue porque los propietarios de las minas mexicanas también eran norteamericanos.
d.   Se forzó a países del Caribe a dejar de comprar petróleo mexicano.
e.   Se impidió que el gobierno y empresas de México tuvieran acceso al capital norteamericano, privado o público. Esta  medida pretendía mantener con pocos recursos al gobierno de Cárdenas.

La solución del conflicto petrolero

A pesar de las medidas de presión que padeció el país, el presidente Cárdenas no cedió en las negociaciones. Los visos de solución se dieron gracias a que el grupo norteamericano Sinclair –que representaba el 15% de la inversión petrolera expropiada- inició por su cuenta una negociación con el gobierno de México.

Para el 1 de mayo de 1940 se firmó el acuerdo entre el grupo Sinclair y el gobierno. México aceptaba pagar unos catorce millones de dólares que serían pagados a plazos, con parte en efectivo y parte en petróleo.

El arreglo final del conflicto con las empresas petroleras continuó hasta después del régimen cardenista, aunque en ese periodo se sentaron las bases para la resolución del conflicto.

Durante el gobierno de Ávila Camacho, tras largas negociaciones, se llegó al acuerdo de crear una comisión valuadora intergubernamental. En abril de 1942 la comisión entregó sus  recomendaciones y el Departamento de Estado norteamericano instó a las empresas a aceptar la propuesta de pago de la comisión. La última empresa norteamericana en aceptar fue la Standard Oil, quien lo hizo hasta 1943. Con esto se dio por terminado el asunto de la expropiación petrolera
 

jueves, 23 de febrero de 2012

La expropiación petrolera: II El conflicto laboral de 1938

El choque definitivo del gobierno contra las compañías petroleras no surgió, como era de esperarse, por la disputa legal en torno a la propiedad del subsuelo, sino en un enfrentamiento entre las empresas y los obreros. El conflicto de las empresas petroleras con sus trabajadores, sin visos de solución, hizo necesaria la intervención del gobierno. El presidente Lázaro Cárdenas sería un elemento primordial en la resolución del problema.  



                                                  Lázaro Cárdenas
                                                 (www.es.wikipedia.org)


Las demandas de los obreros

En busca de mejorar su situación laboral los sindicatos de obreros petroleros buscaron formar una agrupación única. Alentados por la política cardenista, en 1935, los principales líderes sindicales de las compañías petroleras se unieron para crear el Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM). Apoyados por la Confederación de Trabajadores de México (CTM), pronto emprendieron la tarea de negociar un contrato colectivo de trabajo.

El sindicato pedía, además, un incremento salarial de 65 millones de pesos anuales. Las empresas negaron el aumento y el gobierno tuvo que intervenir para evitar una huelga, en mayo de 1937, por considerar que la posible falta de combustible afectaría la industria nacional.

Tratando de solucionar el problema, el gobierno ordenó la creación de una comisión que investigara la situación económica de las empresas para dictaminar si éstas podían o no satisfacer las demandas obreras. Era la primera vez que las autoridades mexicanas investigaban de tal manera a los consorcios extranjeros.

El informe emitido por la comisión constaba de 2700 cuartillas en las que se documentaba las consecuencias negativas de haber entregado el petróleo al capital extranjero. En cuanto al veredicto sobre el conflicto salarial se determinó que las empresas estaban en condiciones de otorgar un incremento mayor al que estaban ofreciendo, aunque menor a la demanda sindical.

Cárdenas y la expropiación petrolera

Para el 1 de marzo de 1938 el problema aún no se solucionaba, la Suprema Corte de la Nación dictaminó que las empresas debían acatar el veredicto de la comisión revisora. En franca rebeldía, las empresas se negaron a acatar las leyes mexicanas. Si el gobierno de Cárdenas no las obligaba a obedecer el prestigio y la credibilidad  del gobierno quedarían en entredicho.

La idea de que la nación debía obtener beneficios por la explotación petrolera estaba extendida en el medio político de México. Por su parte, el presidente Cárdenas mantenía una actitud optimista acerca de las afectaciones que sufriría México en caso de proceder a la expropiación de los bienes petroleros. Atento a la situación internacional sabía que Estados Unidos no se atrevería a tomar medidas drásticas en caso de ver en peligro los intereses económicos de sus conciudadanos.


De última hora las empresas petroleras accedieron a obedecer el mandato del gobierno, pero el presidente ya no dio marcha atrás en su decisión. La noche del 18 de marzo las radiodifusoras interrumpieron su programación habitual para encadenarse con la transmisora oficial del gobierno.

En un mensaje dirigido a la nación entera el presidente Lázaro Cárdenas hizo saber que se expropiaban los bienes de las dieciséis empresas petroleras que se habían negado a acatar las leyes mexicanas. Esta era una decisión histórica que traería grandes beneficios para México, pero que en el corto plazo causaría una crisis entre México y los gobiernos de Estados Unidos e Inglaterra.

  

lunes, 13 de febrero de 2012

La expropiación petrolera. I Los antecedentes


Como sabemos, el 18 de marzo de 1938 el presidente Lázaro Cárdenas decretó la expropiación de la industria petrolera. Este acontecimiento, trascendental en la historia de nuestro país, no constituyó un hecho aislado, fue la culminación de una serie de acciones y reformas a la legislación que los gobiernos posrevolucionarios realizaron para que México recuperara la soberanía sobre su riqueza natural y mineral.


Las concesiones petroleras

Durante la larga gestión porfirista, el gobierno mexicano, con el afán de incentivar la economía, otorgó todo tipo de facilidades a empresarios extranjeros para la explotación de los mantos petrolíferos descubiertos en el país. Excepto el impuesto del timbre, las empresas no realizaban ningún pago al gobierno por extraer el petróleo y exportarlo.

Según Berta Ulloa, la industria petrolera adquirió verdadera importancia económica a partir de 1910. Entre las varias empresas que se asentaron en el país destacaron dos: la compañía inglesa El Águila, dirigida por Weetman Pearson, y la corporación norteamericana Mexican Petroleum of Delaware, a cargo de Edward L. Doheny.

Aunque desde las postrimerías del régimen de Díaz hubo congresistas conscientes de la situación, fueron los gobiernos emanados de la Revolución quienes -conocedores del potencial económico que representaba el petróleo-  se dieron a la tarea de recuperar para México la riqueza del subsuelo nacional.

Los primeros pasos

Francisco I. Madero, en su breve periodo de gobierno, tuvo que enfrentar una verdadera crisis internacional al decretar, en 1912, un impuesto a la producción de petróleo crudo de tan sólo 20 centavos de peso -diez centavos de dólar- por tonelada extraída.

Venustiano Carranza, con la proclamación del Plan de Guadalupe, ya prometía revisar la legislación y reglamentar la explotación de "minas, petróleo, bosques y demás recursos del país..."

Las medidas que se tomaron durante el gobierno preconstitucional de Carranza fueron muy importantes: se creó la Comisión Técnica del Petróleo y se impuso un gravamen a las exportaciones petroleras -llamado "derecho de barra"- de 6.85 pesos en oro nacional por tonelada, que fue pagado bajo protesta por las compañías extranjeras.

El decreto constitucional

La culminación de la obra de Carranza quedó plasmada en el artículo 27 de la Constitución de 1917, que declara que los depósitos petroleros son propiedad de la Nación.

A partir del decreto constitucional el conflicto entre el gobierno mexicano y las empresas se agudizó y en los siguientes doce años se discutió la cuestión de si la ley afectaba las concesiones otorgadas a las empresas antes de 1917.

Como quiera, el gobierno siguió dando pasos para recuperar el petróleo, en 1928 se realizó un acuerdo entre el presidente Calles y el embajador Morrow, que desembocó en una ley petrolera que reconocía el principio de la no retroactividad de la ley. Años después, en 1936, el Congreso mexicano aprobó una ley de expropiación por medio de la cual el gobierno podía nacionalizar cualquier tipo de propiedad.

Hacia 1937 la compañía inglesa de El Águila -con la desaprobación de las empresas norteamericanas- llegó a un acuerdo con el gobierno mexicano para explotar unos yacimientos en la zona de Poza Rica. En el acuerdo se reconocía el derecho de la nación mexicana sobre todos los yacimientos de hidrocarburos y la compañía aceptaba pagar regalías a México hasta del 35% del valor de la producción.

Este fue, sin duda, un gran avance en la lucha del gobierno por reafirmar su control sobre el petróleo, dado que la compañía inglesa controlaba, desde la época porfirista, la zona de Poza Rica. No obstante este progreso paulatino, todavía tendrían que ocurrir otros acontecimientos antes de que Lázaro Cárdenas decretara la nacionalización de la industria petrolera.