Después de conseguir su independencia de España la realidad de México contrastaba con las grandes expectativas que se habían creado. México era un país débil, sin una noción clara de su nacionalidad, que deambulaba por una ruta que lo conduciría al abismo.
Los gobiernos no eran capaces, ni siquiera, de sostenerse ellos mismos y ante la debilidad política y económica del país las potencias internacionales vislumbraban la oportunidad de obtener algún provecho.
La batalla de El Álamo
El caso de Texas
Los Estados Unidos habían puesto sus ojos en Texas aun antes de la independencia de México y desde 1830, aproximadamente, Lucas Alamán había advertido sobre las pretensiones norteamericanas.
Hacia 1835 la situación de Texas se había complicado demasiado para el gobierno mexicano. Después de una política de inmigración, totalmente errada, que permitía la colonización con inmigrantes de Estados Unidos, la llegada de Sam Houston -ex gobernador de Tennessee- contribuyó a crear un ambiente de agitación en Texas.
En los Estados Unidos se formaron clubes para reclutar voluntarios y comprar armas para apoyar a Texas en su "lucha por la libertad". En tanto, en México se tardaban demasiado en tomar medidas precautorias.
La campaña militar de Santa Anna
Las noticias de una inminente insurrección obligaron al presidente Antonio López de Santa Anna a preparar una expedición hacia Texas. En noviembre de 1835 el presidente salió hacia San Luis en donde preparó un ejército.
Sin recursos, haciendo préstamos que comprometían aún más al gobierno, Santa Anna logró formar una fuerza de seis mil elementos, la mayoría inexpertos en la guerra, y emprendió una larga travesía para llegar a Texas.
Para el 26 de febrero Santa Anna entra en San Antonio Béjar, los colonos texanos, que no son sino voluntarios estadounidenses, se refugian en el fuerte de El Álamo. Días después, el 6 de marzo, son sometidos a sangre y fuego por las tropas mexicanas.
Días antes, el 2 de marzo, los texanos habían declarado su independencia, basados en que la nación mexicana había cambiado del federalismo al centralismo.
Santa Anna dividió su ejército en tres columnas para limpiar Texas de los invasores norteamericanos. Todo iba bien, hasta que el 21 de abril, cerca del Río San Jacinto, Santa Anna es sorprendido, por el enemigo, durmiendo la siesta y sus tropas fueron masacradas por las fuerzas rebeldes de Sam Houston.
Esta acción cambió el curso de los acontecimientos, el general presidente fue hecho prisionero y más de una vez estuvo a punto de morir a manos de las turbas texanas que lo odiaban, pero Austin y Houston sabían que podían sacar más provecho de él manteniéndolo con vida.
Prisionero, escribió una carta al presidente norteamericano, Jackson, solicitando su mediación en la cuestión texana. En enero de 1837 fue trasladado a Washington donde consigue entrevistarse con el presidente. Poco después arriba a Veracruz en una embarcación que le facilitó el gobierno de Estados Unidos.
Las consecuencias
No se sabe aún con exactitud lo que Santa Anna pactó o prometió a los texanos y al presidente Jackson para conseguir su libertad. Aunque no tenía facultades para firmar ningún tratado, se cree que, al menos, se comprometió a no hacer nada para recuperar Texas.
Aunque México no aceptó la independencia de Texas, ya no fue posible recuperarla. En 1847 el país se vería envuelto en una guerra con Estados Unidos en la que, además de reconocer la independencia texana, se perdieron más territorios.