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lunes, 15 de octubre de 2012

Juan Álvarez y la revolución de Ayutla


En abril de 1853 Antonio López de Santa Anna asumió la presidencia de México después de regresar de su exilio en Colombia. Lucas Alamán había ideado un sistema de gobierno, centralizado, que evitaba la participación política y que –al menos en el papel- controlaría las ambiciones de Santa Anna. Los decesos de Alamán y de José María Tornel, otro destacado conservador, dejaron el camino libre al presidente, quien, más viejo y menos apto para gobernar, dio rienda suelta a sus excesos.

Antes de terminar el año de 1853 Santa Anna había conseguido prorrogar de manera indefinida las facultades omnímodas para gobernar, también podía designar a su sucesor y debería ser llamado con el título de Alteza Serenísima. Para financiar los elevados gastos de su administración había decretado impuestos onerosos e injustificados. Esto, más la venta del territorio de la Mesilla a los Estados Unidos, desató el disgusto de los grupos políticos y de la población en general.



                                           General Juan Álvarez



Diferencias entre Santa Anna y Juan Álvarez

Juan Álvarez había iniciado su carrera militar durante la independencia al lado de Morelos y de Vicente Guerrero. Con el tiempo se convirtió en el hombre fuerte del sur y había logrado, gracias a su influencia, la creación del estado de Guerrero, del que fue su primer gobernador.

Al parecer su relación con Santa Anna fue de conveniencia -igual que la de otros liberales y conservadores de la época. Estuvo de acuerdo en la designación de Santa Anna para la presidencia, en 1852, y aceptó su inclusión como miembro de la Orden de Guadalupe, que el dictador había reinstituido. 

Las diferencias entre ambos caudillos salieron a la luz cuando Santa Anna, pretextando un ataque al puerto de Acapulco por parte del aventurero francés Raousset de Boulbon, envió un contingente militar a los dominios de Álvarez. Éste, conociendo que el movimiento respondía a un intento para disminuir su capacidad de acción, se dispuso a enfrentar al gobierno central.


El Plan de Ayutla

El 1 de marzo de 1854, el coronel Florencio Villarreal proclamó el Plan de Ayutla, mediante el cual se desconocía al presidente Santa Anna y se convocaba a la instalación de un Congreso extraordinario para constituir a la nación bajo la forma de una república representativa y popular. 

Días después en Acapulco, Ignacio Comonfort, exfuncionario de la aduana, realizó algunas adecuaciones al plan para atraer a los miembros del partido moderado, al que él mismo pertenecía. Las reformas consistían en resaltar la comunión del Plan de Ayutla con la doctrina liberal, por ser la que convenía al país. 

No obstante estas declaraciones, el importante grupo de liberales desterrados, primero en Nueva Orleans y luego en Brownsville, no se decidían a apoyar la campaña de Álvarez.


La lucha revolucionaria

La lucha revolucionaria pronto se extendió por el sur. Como en los viejos tiempos Santa Anna emprendió la marcha a Guerrero con un ejército de cinco mil hombres. Intentó tomar Acapulco, pero se enfrentó con la oposición de Comonfort, quien se hallaba bien posicionado en el fuerte de San Diego. Poco tiempo después, con el argumento de que no había enemigos a quien enfrentar, regresó a la capital en son de triunfo. 

Ignacio Comonfort partió a Estados Unidos en busca de fondos económicos regresando a fin de año con un buque cargado de armas y municiones. A mediados de 1854 la revolución había llegado a Tamaulipas, Guanajuato, San Luis Potosí y México.

Ante el avance de la oposición, Santa Anna decidió, antes de que le cerraran el camino a Veracruz, abandonar el gobierno. El 9 de agosto de 1855 salió de la capital rumbo a Veracruz, a mediados del mes se embarcó hacia la Habana. 

Consumada la victoria, Juan Álvarez, elegido presidente interino, estableció su gobierno en Cuernavaca y envió a Comonfort a la ciudad de México para iniciar las reformas que exigía la revolución.

Con el triunfo de la revolución de Ayutla terminó la llamada era de Santa Anna, el general Juan Álvarez delegó el poder en Ignacio Comonfort y comenzó una etapa de transformación derivada de la acción del grupo liberal que se integró al gobierno de la República. Aunque estos cambios no tardarían en ocasionar un nuevo conflicto: la guerra de Reforma.
 

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