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domingo, 16 de septiembre de 2012

La República Central en México. 1835 - 1846


Los acontecimientos ocurridos en México hasta principios de 1835 –en particular durante el gobierno de Valentín Gómez Farías, que pretendió una transformación política y social en el país- atemorizaron a un importante sector de la sociedad mexicana que optó por tomar una posición política más acorde al grupo de los conservadores.
Esta situación, junto con el desprestigio en que había caído el federalismo y la pasividad del hombre fuerte de la época –Antonio López de Santa Anna- llevó a los partidarios del centralismo a intensificar sus esfuerzos por conseguir un cambio en el sistema político, de tal modo que a fines de 1835 se abandonó el federalismo a favor del centralismo. 
 
 
 
                                         Don Lucas Alamán
                                         www.es.wikipedia.org
 
 

Los motivos del cambio
Una de las principales causas que llevaron al centralismo fue que se había extendido la idea de que el sistema federalista había fracasado en sacar a México de la anarquía y de la inestabilidad política. Las asonadas y los pronunciamientos en contra del gobierno eran cosa frecuente y ningún presidente había tenido el poder suficiente para enfrentarlos con éxito. Por otro lado, se había desatado el temor, entre las clases pudientes, ante la posibilidad de que las medidas populistas emprendidas por el gobierno de Valentín Gómez Farías ocasionaran un resquebrajamiento del orden social imperante.

Junto con la destitución de Gómez Farías, y la eliminación de sus reformas radicales, se realizó una campaña en la prensa a favor de la implantación del centralismo. Los promotores del cambio eran miembros del grupo conservador -destacando Lucas Alamán-  e integrantes del clero y el ejército. La medida fue apoyada por personas de prestigio en la sociedad que eran conocidos –según menciona Michael Costeloe- como los "hombres de bien" y que participaban en política, algunos con los conservadores y otros con los moderados.

Qué se pretendía con el centralismo
Algunos de los objetivos que se perseguían al implantar el centralismo eran los siguientes:

a.   Permitir el acceso al gobierno solamente a las personas mejor preparadas. Es decir, las que tenían mayor experiencia, además de una solvencia económica y moral fuera de toda duda. Por supuesto, esto dejaba fuera al pueblo y a muchos de los liberales radicales. 

b.   Contar con un gobierno centralizado, con recursos y con facultades para tomar decisiones sin padecer la oposición de grupos contrarios, de los estados o, incluso, de la prensa.

c.   Un propósito fundamental era debilitar a los gobiernos de los estados y privarlos de disponer de fuerzas militares, tal y como era la costumbre en el sistema federal y que a veces era causa de disensiones y alzamientos.

d.   Uno de los objetivos más importantes era el de maniatar, de alguna manera, las ambiciones dictatoriales de Antonio López de Santa Anna.

e.   Preservar el orden social existente desde los tiempos de la colonia.

 Las Siete Leyes, la Constitución centralista

Para cumplir con los propósitos del centralismo a finales de 1836 se aprobó la Constitución conocida como las Siete Leyes. En forma somera se exponen sus postulados:
Primera ley: trata de los derechos y obligaciones de los mexicanos. Se restringe la ciudadanía, sólo se otorga a las personas que tienen ingresos a partir de cien pesos anuales. Los vagabundos, los desempleados, los sirvientes domésticos y los analfabetos no tienen derecho alguno. Estas restricciones privaban de la ciudadanía a un alto porcentaje de la población.

Segunda ley: con el fin de crear un equilibrio entre los tres poderes -ejecutivo, legislativo y judicial-  se crea un cuarto poder, El Supremo Poder Conservador, que actúa como regulador o intermediario en las diferencias entre los poderes. Se cree que este poder fue ideado para restringir la acción de Antonio López de Santa Anna.
Tercera, cuarta y quinta leyes: establecen las condiciones y reglas para la organización y funcionamiento de los poderes legislativo, ejecutivo y judicial.

Sexta ley: se ocupa de la división territorial de la república, desaparecen los estados y se forman los departamentos. Los gobernadores son designados por el poder ejecutivo
Séptima ley: estipula que no se harán cambios en la Constitución antes de seis años.

 
Gobiernos y Constituciones centralistas
 
En los once años que duró el centralismo hubo muy pocos presidentes elegidos constitucionalmente y ninguno terminó su periodo de gobierno. Las Siete Leyes serían derogadas y en su lugar funcionarían dos códigos de manera provisional. 

Correspondió al presidente interino -enero de 1835 a febrero de 1836- Miguel Barragán terminar con el federalismo, le siguió, también de manera interina, José Justo Corro, quien gobernó de febrero de 1836 a abril de 1837. Las Siete Leyes se aprobaron el 6 de diciembre de 1836.
El primer presidente elegido constitucionalmente fue Anastasio Bustamante. Gobernó por cuatro años y meses –de 1837 a 1841-, pues fue depuesto gracias a los respectivos pronunciamientos de los generales Paredes, Valencia y el infaltable Santa Anna, quien finalmente lo relevó del cargo.

Junto con Bustamante se fueron las Siete Leyes, pues Santa Anna las reemplazó con las Bases de Tacubaya. Con este nuevo código Santa Anna impuso una "dictadura condicional", como él mismo la llamó. Las Bases de Tacubaya se comprometían a convocar a un nuevo Congreso, mismo que comenzó a reunirse en 1842.
El Congreso no fue acorde a los planes de Santa Anna, por lo que éste se retiró a su hacienda de Manga de Clavo y dejó en su lugar a Nicolás Bravo. Siguiendo indicaciones de Santa Anna, Bravo disolvió el Congreso en diciembre de 1842 y convocó a una Junta de Notables para deliberar acerca de una nueva Constitución.  

Después de varios meses la Junta de Notables entregó, el 8 de junio de 1843, el texto de las Bases Orgánicas. Bajo esta nueva Constitución, el 1 de noviembre, Santa  Anna fue elegido presidente constitucional. Siguiendo su táctica acostumbrada de retirarse del cargo y observar el curso de los acontecimientos delegó la presidencia en el general Valentín Canalizo. Santa Anna regresaría a la ciudad de México hasta junio de 1844.
En esta ocasión correspondió a Santa Anna ser derrocado. Después de un pronunciamiento en Guadalajara que terminó siendo encabezado por el general Paredes, Santa Anna fue depuesto de la presidencia el 6 de diciembre de 1844.

En este ambiente de anarquía Paredes gobernó el país, y cuando se avecinaba la guerra con los Estados Unidos ocurrió el pronunciamiento del general Mariano Salas, que exigía la vuelta al federalismo.
Salas terminó por derrocar a Paredes, asumió la presidencia y el 22 de agosto de 1846 se decretó la restauración de la Constitución de 1824. Esto se logró gracias a que los liberales hicieron un pacto con el hombre de siempre, Santa Anna, quien desde su derrocamiento se hallaba exiliado en la Habana.

Así concluyó el centralismo, un periodo que fue todo lo contrario a lo que esperaban sus animadores. La falta de un poder efectivo y la agitación política que prevaleció durante el centralismo –en suma, el fracaso del sistema- fueron provocados por los siguientes factores: la constante oposición que presentaron los federalistas, las intrigas de generales como Santa Anna y Paredes y la pronta desilusión de los "hombres de bien" en las leyes centralistas.
Entre los hechos más destacados del centralismo se pueden mencionar: la pérdida definitiva de Texas, la guerra contra Francia, el inicio de la invasión norteamericana y la separación, en forma temporal, de Yucatán.

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